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Fashion

Dior Alta Costura Primavera-Verano 2024, Aura, la esencia de la moda y la excelencia artesanal interpretada por la Maison, bajo la dirección creativa de Maria Grazia Chiuri.

Si algo nos fascina de los desfiles para poder ir entrando en materia, es su puesta en escena, y Dior siempre tiene algo interesante que contar más allá de lo estrictamente visual.  Para la ocasión, la artista y escritora Isabella Ducrot creó la instalación Big Aura adornando las paredes de la sala donde se presentan las colecciones de alta costura de Dior, en los jardines del Museo Rodin. La escenografía del desfile Dior alta costura Primavera-Verano 2024 se compuso de veintitrés vestidos extragrandes, algunos de cinco metros de altura, sobre una composición de rayas negras irregulares que evocaban la trama y la urdimbre. Las piezas evocaban los vestidos de los sultanes otomanos estudiados por Isabella Ducrot. Una representación abstracta de la prenda, el símbolo de un poder que trasciende el cuerpo.

Para Maria Grazia Chiuri, Big Aura es lo que impregna la alta costura, un terreno siempre fértil para la contemplación donde la reproducción del original nunca es la misma. Cada pieza se adapta al cuerpo de quien la lleva, y tiene su propia aura específica. Según la definición de Walter Benjamin -la obra de arte en la época de su reproducción mecánia, 1939-, el aura, a la que Maria Grazia Chiuri e Isabella Ducrot hacen referencia de diferentes maneras, refleja la singularidad y autenticidad de la obra de arte. La inscribe en la memoria colectiva. 

La directora creativa de las líneas Dior para mujer decidió retomar el concepto de aura e interpretarlo por medio de la alta costura encarnada por la Maison, que representa la esencia de la moda y la excelencia definitiva. El vestido La Cigale, diseñado por Christian Dior para la colección Otoño-Invierno 1952, evoca la sacralidad del atelier a través de su escultural construcción y su tejido de muaré, y se convierte así en el punto de partida de una teoría que recontextualiza la alta costura. Una frágil frontera entre el arte y la vida.

El muaré -un acabado aplicado a ciertos tejidos mediante calandrado que les aporta un aspecto ondulado- se extiende sobre el invierno como una ola”. Se utiliza en una llamativa paleta de tonos que enfatizan “a través de su sustancia y calidad escultural” la iridiscencia del tejido: dorado, blanco, gris, borgoña, verde. Este efecto se refleja en prendas que reproducen las líneas geométricas de La Cigale y crean una elegancia arquitectónica: abrigos con cuellos imponentes, faldas anchas que revelan aberturas exageradas, capas superpuestas, pantalones y chaquetas. Las formas reinterpretan elementos de los vestidos de los archivos Dior para conformar looks contemporáneos. El algodón y la seda en color gabardina crean un efecto cautivador e innovador a la vez que clásico. 

Los vestidos de terciopelo negro subliman el look y fluyen en movimiento, mientras que una suntuosa capa de plumas descansa sobre un vestido de organza doble bordada. Los bordados se perfilan como fragmentos de poemas antiguos desenterrados, e invitan a que la imaginación deambule. El motivo Millefiori conjura la riqueza cromática de la naturaleza para sublimar un vestido de muaré amarillo, o largos hilos que se balancean al ritmo de los pasos.

En esta colección, Maria Grazia Chiuri evoca la presencia tangible cromática y constructiva de los elementos que forman las siluetas, la dimensión de aura de la alta costura: una experiencia poderosa que no solo es contemplativa, sino también interpretativa. Una expresión del espíritu metamórfico de la imaginación.

© Isabella Ducrot / Chanakya School of Craft

© Adrien Dirand

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