Atesoro recuerdos maravillosos de lugares que han sumado dosis de felicidad a mi memoria a lo largo de los años. Lugares dispares que han sobrevivido a la fugacidad del momento para convertirse en un sentir eterno. Hoy, el Hotel Orfila se suma a ellos. Os cuento.
Madrid guarda sorpresas en cada esquina. Al adentrarnos en sus calles, la historia habla. Esto ocurre en la calle Orfila, un rincón imperecedero de ese Madrid castizo que recuerda el eco de tiempos pasados, sin perder el aroma a futuro. Es allí, en esta paralela a Génova, donde se alza el Hotel Orfila. Un cuarto de siglo ha pasado desde su apertura. Veinticinco años en los que el hotel se ha transformado en un icono, en todo un imprescindible en el paisaje sentimental de la ciudad.
La celebración de las bodas de plata del Hotel Orfila obliga a echar la vista al pasado. Y no a 1999, año de apertura del hotel, sino más atrás, a finales del siglo XIX, cuando una de las familias burguesas más importantes de la capital hizo del palacio su residencia. Entre arte, representaciones teatrales privadas, pasamanerías y brocados, esta casa señorial se llenó con algunos de los rostros más relevantes de la alta sociedad de la época, en fiestas y recepciones que hacían las delicias de la crónica del momento.
Pero, tras estar en el foco de la aristocracia durante décadas, el palacio cayó en el olvido. Y no fue hasta el cierre de siglo, en 1999, cuando despertó de su letargo y recobró la luz de antaño convirtiéndose así en el primer Relais & Châteaux de Madrid.
Sus actuales propietarios, la familia García, ávidos coleccionistas de arte, atesoraban una colección imponente fruto de sus viajes a lo largo y ancho del mundo, y decidieron que el Hotel Orfila sería la galería perfecta para exponerla. Así pues, el palacio se llenó de nuevo de obras selectas y piezas únicas de valor incalculable.
En 2022, el hotel reabrió sus puertas remodelado por el interiorista Lorenzo Castillo, quien respetó su estructura original combinándola armónicamente con las comodidades propias de un establecimiento hotelero contemporáneo del más alto nivel. Actualmente, Verónica García, propietaria e hija de su fundador, Gabriel García Alonso, y la directora, Alejandra Fraile, son quienes dirigen y gestionan el hotel.
Pinturas del siglo XVII y un retrato decimonónico de Fernando VII, entre otros tesoros, nos dan la bienvenida en el lobby e invitan a perderse en el hotel. Óleos de Carlos II, último rey de la dinastía de los Austrias, y de Felipe V, primer monarca Borbón, descansan en el Salón de Té, y en la sala de la planta baja podemos encontrar una pieza atribuida al pintor Cecilio Pla.
Qué decir del mágico Jardín de Orfila y sus pinceladas de arte, y del impresionante mural, un trampantojo de grandes dimensiones de la artista Natalia Lafita, como telón de fondo ideal para disfrutar del concepto de gastronomía sostenible de autor con producto de proximidad del chef estrella Michelin Mario Sandoval.
En todas las habitaciones del Hotel Orfila también se respira arte. Grabados, cerámicas y pañuelos de seda de la marca Loewe enmarcados, son el complemento que pone el acento al cuidado interiorismo del diseñador Lorenzo Castillo, además del exclusivo papel de Gastón y Daniela que viste las paredes.
Para celebrar el cuarto de siglo, el hotel ha conceptualizado una serie de acciones espaciales que sucederán durante este año 2024. Un club de lectura de Orfila, un menú especial conmemorativo creado en exclusiva por Mario Sandoval y la creación de un libro especial que recopila todo el arte e historia del Hotel Orfila, entre otros.
Para mí, vivirlo y disfrutarlo es una magnífica experiencia de la hotelería madrileña.
SIN COMENTARIOS