De la vida como obra de arte

Hace tiempo que teníamos intención de abrir una nueva pestaña para compartir temas de arte, entendido en su sentido más amplio – ‘everythig and more’-: ya sabéis, en DE solo nos gusta… todo. Pues hoy lo estrenamos: ART. 

Será protagonista el contenido gráfico, acompañado de textos breves y sencillos, sin pretensiones y lejos de cualquier enfoque formal o académico: trataremos de un arte próximo, vivo o vivible.

Zygmunt Bauman, autor de moda, escribió un pequeño libro: “El arte de la vida. De la vida como obra de arte”. Su título nos vale como objetivo de este nuevo espacio y hasta de todo lo que publicamos: ayudar a hacer de nuestra vida una obra de arte. 

RETRATOS Y FIGURAS DE RAMÓN HERREROS

Este año se cumplirán 15 años de una extraordinaria exposición de la Fundación Vila Casas en su Espai Volart de Barcelona. He visitado allí muchas exposiciones, que el tiempo ha borrado o difuminado sin dificultad, pero, sin embargo, guardo una imagen viva de esta. El catálogo no engañaba: RETRATOS Y FIGURAS. Resultaba insólito en la Barcelona post moderna, donde la única religión oficial pasaba por Tapies y todas las sectas del abstracto, que se presentase a contracorriente una muestra potente de 60 piezas figurativas y, además, casi todos retratos femeninos.

Es verdad que Ramón Herreros había atravesado su etapa abstracta, pero había llegado a las mismas conclusiones que Giacometti: “Sé que cualquier cosa que haga, cualquier cosa que desee, me veré obligado un día u otro a sentarme sobre un taburete, delante del modelo, y probar de copiar aquello que vea. Aunque no tenga la más mínima esperanza de tener éxito… es ineludible. Las obras abstractas que había hecho hasta ahora están acabadas de una vez por todas”.

Por eso los títulos de sus cuadros son: Sarah, Mia, Agnes, Irene, Sonia, Mariona, Sabine, Amanda, Cristina, Nuria, Alicia, Carmen, Clara, Karenina, Carlota, Tere, Margaret, Helena…, los nombres de sus modelos. Y no es ejercicio vano recordarlos porque nos permite establecer que, si bien se trata de retratos individuales diferentes, son, además, todos y cada uno, la imagen de la misma mujer, de LA MUJER. Y no de la mujer en su sentido de persona y género, sino de la mujer MITO, del eterno femenino de todas las culturas originales. Son retratos, sí, pero también iconos.

En la pintura de Ramón Herreros siempre hay una lectura en segundo plano, una lectura que remite a otras lecturas, un bajo continuo simbólico, eco de inquietudes y experiencias intelectuales del autor. Lo evidente está y no está en la superficie. Apoyado en una técnica personal, consigue que la figuración transcienda. Sigue un proceso pictórico pausado, basado en la aplicación de sucesivas capas de color, que se consolidan en superficies densas y matéricas, consiguiendo texturas y colores singulares y de gran belleza que desmienten cualquier intención realista. 

Por lo demás, la intimidad y el hieratismo de sus figuras y composiciones, en la gran tradición del renacimiento italiano (es conocida la devoción de Ramón por Piero della Francesca), acentúan esa voluntad de transcendencia en segundo plano.

Muchos cuadros cuelgan hoy de museos, fundaciones y colecciones particulares. Pero aún puede resultar una aventura estimulante buscar y encontrar uno para buena compañía. Por eso cierro el reportaje con una obra de aquella exposición, precisamente la que inició la serie de retratos en 1997, viviendo ya en la casa de un buen amigo: ‘Sarah’. Oí decir a alguien, al verlo: “Los cuadros de Ramón Herreros iluminan las paredes”. Con conocimiento de causa, puedo y quiero dar fe de ello. Y no niego que sea esto una invitación. También.

DOS BUENAS NOVELAS INMIMENTES

Los suplementos culturales navideños nos bombardearon con listas de libros a aparecer en 2021. En nuestra línea de brevedad y calidad, yo solo os anuncio dos, buenos e inminentes. Oiréis hablar de ellos.

Tomás Nevinson, Javier Marías.

Yoga, Emmanuel Carrère.