“Marco Polo describe un puente, piedra por piedra.
—¿Pero cuál es la piedra que sostiene el puente? —pregunta Kublai Kan.
—El puente no está sostenido por esta piedra o por aquélla —responde Marco—, sino por la línea del arco que ellas forman.
Kublai permanece silencioso, reflexionando. Después añade:
—¿Por qué me hablas de las piedras? Es sólo el arco lo que me importa.
Polo responde:
—Sin piedras no hay arco”.
Este es uno de los relatos de viaje que Marco Polo hace a Kublai Kan, emperador de los tártaros (sic), en el hermoso libro de Italo Calvino “Las ciudades invisibles”. A este emperador melancólico, el viajero le habla de ciudades increíbles y hasta imposibles, todas con nombre de mujer. Hasta que Kublai Kan advierte que todas las ciudades de Marco Polo se parecen, “como si el paso de una a la otra no implicara un viaje sino un cambio de elementos. Ahora, de cada ciudad que Marco le describía, la mente del Gran Kan partía por cuenta propia y, desmontada la ciudad parte por parte, la reconstruía de otro modo, sustituyendo ingredientes, desplazándolos, invirtiéndolos”.
Quizás Rosa Muñoz pueda ser Marco Polo, o quizás Kublai Kan, o los dos sean Rosa Muñoz. Para ella la realidad es un punto de partida que altera, recrea y rehace utilizando las técnicas digitales asociadas a la fotografía hasta conseguir universos paralelos volumétricos o tridimensionales que poner en nuestras casas. Su obra -perenne y atemporal- parece emerger y resurgir del desmonte y deconstrucción de nuestra realidad cotidiana y mediática, la de nuestra experiencia directa o la que nos transmiten la publicidad o el fotoperiodismo. Rosa, como el Gran Kan, desmonta la ciudad, parte por parte, y la reconstruye de otro modo, sustituyendo ingredientes, desplazándolos, invirtiéndolos. Así, como Calvino en su libro, mediante paradojas sorprendentes y asociando contrarios -lo urbano y lo silvestre, interiores y espacios abiertos, la apariencia de familiaridad y lo digital, lo habitable en ruinas…-, nos lleva a contemplar nuevas realidades, más profundas, con una utilización muy personal del color y un fuerte componente poético.
He seleccionado, dentro de la importante trayectoria de Rosa Muñoz, algunas piezas de sus series más conocidas: “Casas”, “ El bosque habitado” y “Paisajes del futuro”. Creo que, si alguna editorial proyectase una nueva edición de “Las ciudades invisibles”, las imágenes de Rosa Muñoz muy bien podrían ser candidatas naturales a ilustrarlo.
“Cada ciudad recibe su forma del desierto que la circunda”, dice Calvino. Quizás nuestras actuales ciudades sean una forma de desierto, de nostalgia de ciudades como las de Rosa Muñoz.
Podéis localizar obra de Rosa Muñoz en May Moré Arte Contemporáneo.
1 Comment
Josep María Carreras Soler
26 abril 2021 at 14:30Muy interesante la obra de Rosa Muñoz. Domina el arte de la fotografía digital, tiene inspiración y buen gusto. Es curioso ver como descompone la arquitectura y la recupera una vez transformada. Es un placer observar el resultado y pensar hasta averiguar porqué nos agrada. En mi caso, tal vez es que a mi me gusta la arquitectura y la fotografía. Rosa conjuga bien ambas artes.
También el escrito de Bis, que acompaña la obra, nos ayuda a saborear todo.