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Art / Lifestyle

Me gustan las puertas de Antonio López

“Basta con introducir un poco de verdad en la mentira para que ésta no solo resulte creíble, sino irrefutable”, piensa Tomás Nevinson en la última y excelente novela de Javier Marías, que estoy leyendo.

A estas alturas todo el mundo sabe ya que la catedral de Burgos ha proyectado sustituir en julio las tres puertas de su fachada de Santa María, de madera del siglo XVIII, por otras de bronce de Antonio López, Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1985, para celebrar su 800 aniversario. Esta leve intervención en nuestro siglo XXI, de carácter reversible, sigue la tradición de actuaciones a lo largo de su historia, desde las sensibilidades artísticas de cada época, que han dado a la catedral su innegable perfil histórico y mestizo, como algo vivo y reflejo del tiempo, tan frecuente en la historia de las catedrales.

Existen antecedentes similares como la catedral de Reims, con unas nuevas vidrieras de Marc Chagall en 1974 y otras de Imi Knoebel en su octavo centenario, o como la Puerta de la Muerte de Giacomo Manzù, una de las más hermosas de San Pedro del Vaticano, con la que guardan cierta afinidad las de Antonio López

Ante esa iniciativa, el artista burgalés Juan Vallejo de Lope (que yo no conocía) ha levantado una campaña en contra, consiguiendo muchas firmas y una secuela de críticas puristas que me hicieron recordar lo dicho por un personaje secundario de “Independencia”, la última novela de Javier Cercas“La gente que piensa siempre lo mismo no piensa”.

Leí con curiosidad el manifiesto de Vallejo, para formar mejor opinión, pero tuve que descabalgar pronto ante un texto tan poco aseado.

  • Comienza con una desautorización global y gratuita del proyecto tachándolo de “horror vacui”-miedo al vacío- y sigue con una serie de descalificaciones (atropello, esperpento, atentado, aberración, estropicio), a razón de dos por párrafo. Demasiadas y demasiado extremadas para ser verdad, arrogándose, además, la representación de la opinión de la mayoría.
  • Es poco riguroso al indicar los temas de las puertas (confunde Jesús con Dios Padre) y los modelos utilizados (afirma un discutible autorretrato de Antonio López para la puerta central; y confunde su hija y su nieto con su mujer y su hijo para las laterales).
  • Establece una línea de censura a la libertad del artista para elegir motivos y modelos, dando por supuesto que una relación con su entorno personal o familiar vicia la obra artística, barriendo de un plumazo media historia del arte.
  • Aduce argumentos populistas y tópicos como que el hambre y la falta de calefacción serían mejor destino para la inversión requerida (de aplicarse, hubiesen impedido la fundación de la propia catedral y sus sucesivas actualizaciones). 
  • Alude a falta de autorizaciones burocráticas o procesos administrativos incompletos, que bien pueden ser verdad, aunque probablemente subsanables (bueno, no digáis  alto que es la catedral de Burgos la que hace a la Unesco y no a la inversa, como en tantas agencias similares).

Pero ninguna crítica constructiva al proyecto o a Antonio López.

Tomás Nevinson define bien una de las técnicas del populismo. Sin duda el proyecto de las nuevas puertas de Antonio López puede incluir aspectos técnicos, artísticos o de gestión mejorables, y trámites por completar. Quizás sea eso su poco de verdad, suficiente para que algunos puedan considerar todo su manifiesto creíble y hasta irrefutable, pero no todos: yo -y quizás algunos más-, no.

Me gustan las puertas de Antonio López.

Nuestro agradecimiento a Vicente Rebollo, Canónigo Administrador Capitular de Burgos,  por las imágenes que ilustran esta publicación.

3 Comentarios

  • José Luis
    5 mayo 2021 at 18:59

    A mí también me gustan las puertas de Antonio López.

    Responder
  • Gemeladas
    8 mayo 2021 at 18:56

    Son increíbles, cuánto talento por favor.
    Besos.

    Gemeladas

    Responder
  • Josep Mª Carreras
    10 mayo 2021 at 15:07

    Hace tiempo que estoy interesado en lo que hace Antonio López, más en su pintura que en sus otras actividades. Me parece muy valiente su actuación en la fachada de la catedral. La verdad es que me gusta y creo que incorpora una señal de nuestro tiempo a un conjunto que se ha ido formando a través de varios siglos. Y creo que es deseable en estas obras que se pueda » leer» el momento de cada intervención. Un sobresaliente pues para estas puertas.
    Comprendo que alguien no coincida conmigo y me asumo a los argumentos de Bis ( autor del artículo) que ha trabajado muy bien la defensa del trabajo de Antonio López. Pero, bueno, que cada cual opine como mejor le parezca aunque, como dice aquel: nosotros tengamos razón.

    Responder

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