Quizás seamos, también y de algún modo, todas las películas que hemos visto. Muchas. Pero, entre tantas y tan desiguales, sin duda guardamos el regusto de algunos momentos, minutos quizás, que han tocado el cielo. Pongo cuatro de los míos. Os los cambio por alguno de los vuestros, un modo de compartir nuestros cielos particulares. Animaos.
Quizás este momento de ‘Memorias de Africa’ pueda ser el más recordado por las mujeres. Una me lo dijo.
A mí verdaderamente me emocionó el brindis final de la baronesa Blixen en el club exclusivo de hombres (raras veces he visto a una mujer con mayor dignidad). “¡Por la cándida adolescencia!”, traduce mal la versión española donde el original decía: “Rose-lipped maidens, light foot lads” (“¡Muchachas de labios rosados, muchachos de pies ligeros!”), de un poema de Housman, autor favorito de Denys Finch-Hatton, el personaje de Robert Redford.
Aclarado el malentendido del brindis, confieso que a mí sigue gustándome más: “¡Por la cándida adolescencia!”. No hay mal que por bien no venga.
“Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: naves de combate en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir». Brillante despedida.
Creo que ‘Blade Runner’, de Ridley Scott, es la mejor película de ciencia ficción de la historia y una gran metáfora sobre la vida y la muerte, donde todos somos replicantes con fecha de caducidad; y este final de Roy Batty, una de las cimas del cine.
¿Quién no recuerda el primerísimo plano de los labios de Orson Welles, llenando toda la pantalla, al pronunciar la palabra clave de la vida de Ciudadano Kane al morir, mientras su bola de nieve rueda por las escaleras y se estrella?
«Rosebud» es el nombre de todos los sueños incumplidos.
Quizás el minuto más cinematográfico de la historia.
– ¿Y qué pasa con nosotros?
– Siempre nos quedará París. No lo teníamos, lo habíamos perdido hasta que viniste a Casablanca, pero lo recuperamos anoche.
– Dije que nunca te dejaría.
– Y nunca me dejarás… Tengo una misión. No puedes seguirme a donde voy. No puedes ser parte de lo que hago. No se me da bien ser noble, pero es fácil comprender que los problemas de tres personas no son gran cosa en este loco mundo. Algún día lo comprenderás. Es por ti, pequeña.
Con un final mejor:
– Louis, creo que este es el comienzo de una hermosa amistad.
3 Comentarios
José Luis
31 enero 2021 at 08:16Yo recuerdo -en “2001 La odisea del espacio”- la transición del plano de los homínidos prehistóricos a la nave espacial flotando en el espacio, al son del ‘Danubio azul’. Fantástica. Cuando la vi con mis hijos pequeños, uno gritó en un cine en silencio: “¿Verdad que van ahí los monos ?”.
José Luis
31 enero 2021 at 10:19Y otro, de El planeta de los simios. El astronauta Taylor (Charlton Heston) estrella su nave espacial en un planeta de simios superiores y hombres primitivos esclavos. Cuando, al final, logra huir con la humana Nova (Linda Harrison), cabalgando por la playa, chocan con la Estatua de la Libertad derruida y semienterrada. De golpe, esa sola imagen descodifica toda la historia: su viaje espacial no lo había llevado a ningún otro planeta sino que todo el tiempo había estado en casa, aunque en un terrible futuro. Más que las maldiciones de Heston, es esa imagen icónica la que grita y sigue gritando.
Un final sorprendente y eficaz, quizás uno de los mejores de la historia del cine.
Gemeladas
31 enero 2021 at 23:13Frases y escenas míticas que quedan en el recuerdo.
Besos.
Gemeladas